miércoles, 21 de agosto de 2013

A la porra el Plan de Parto (II)

Como ya os comenté en la primera parte del relato de la llegada al mundo de la cachorrina, todo lo que yo tenía planeado sobre cómo quería que fuera el parto de Nerea se fue al traste porque nada iba saliendo como yo esperaba. La mañana del martes 23 de julio tuve visita con la tocóloga que, tras hacer una exploración, concluyó que el asunto estaba "muy verde" y que todavía quedaban unos cuantos días para que tuviéramos a la peque con nosotros, -a pesar de que salía de cuentas al día siguiente-. Pues bien, ¡esa misma tarde rompí la bolsa! (Qué fina estuvo la gine.) Como no fue una rotura de esas contundentes que no dejan lugar a dudas, sino más bien una pérdida pequeña de líquido que me hizo pensar que más bien podía tratarse de un vaciado de vejiga provocado por una patada de la cachorrina, no me di cuenta hasta horas después de que aquello seguía saliendo poco a poco y ya era mucho que todo fuera culpa de ataques de la nena a la vejiga de su madre. Así que por la noche subimos a maternidad, me dejaron ya ingresada y empezó lo bueno.

El caso es que la bolsa estaba rota pero yo no había empezado a dilatar nada, así que me dieron doce horas de plazo para ponerme de parto y si no empezarían a provocarlo. Pasé toda la noche con contracciones irregulares que no sirvieron de nada porque pasadas esas primeras doce horas sólo estaba dilatada un centímetro, así que empezó la intervención médica. Primero me dieron Protex, que es un óvulo que te provoca las contracciones. Provocarlas, las provocó, porque comencé a tenerlas cada 4 minutos y muy dolorosas, pero tras 24 horas sin pegar ojo y con esas contracciones horrorosas, ¡sólo había dilatado otro mísero centímetro! Ya llevaba 36 horas para dilatar 2 centímetros... Total que, en vista de que el Protex no era suficiente para hacerme dilatar y que la bolsa ya llevaba rota 36 horas, me tuvieron que inducir el parto con oxitocina. Sólo diré dos palabras: mucha muerte.

La oxitocina me provocó contracciones infernales cada 2 minutos durante 6 horas porque sólo te ponen la epidural si estás 4 centímetros dilatada y con el cuello del útero borrado. Y yo, que se ve que no soy de dilatado fácil, con mis 2 centímetros miserables y el cuello enterito, tenía que aguantar los efectos de la oxitocina así, a pelo, sin drogas que me dejaran alelada. Con deciros que en lugar de la epidural, yo pedía la eutanasia… Así que, después de 42 horas de dolor, el propio Cangués, que se veía viudo ya por mi mala cara, pedía que me drogaran o me dieran un garrotazo en la cabeza que me dejara inconsciente. ¡Y por fin pudieron ponerme la epidural! (Esa misma que yo rechazaba en mi Plan de Parto -todavía deben estar riéndose de tan tronchante documento-). 

Finalmente, el 25 de julio a las 22:30, 8 horas después de ponerme la epidural -que me devolvió las ganas de vivir, para qué engañarnos-, di a luz en el mejor parto que podía haber imaginado. Porque, no sé si sería para compensar todo lo anterior, pero la cachorrina salió en menos de un minuto, de forma que no nos dio tiempo ni a llegar a paritorio. La nena decidió salir ya en la cama en la habitación de dilatación en un parto que duró segundos y que casi no dio tiempo a que la matrona llamara a gritos a una enfermera para que le trajera corriendo unas gasas. Un poco más y no llega ni la matrona y saca a la cachorrina su padre.

Y ahí, en el momento que vi a Nerea por primera vez, tan chiquitina (recordad que fue peso pluma), vulnerable, preciosa y cubierta de babas, mirándome con unos ojos enormes y cabeceando encima de mi pecho hasta que consiguió engancharse a mamar, llegó la magia y me eché a llorar y entendí todo eso que dicen de que el dolor se pasa y que lo que sientes por esa cosa tan pequeña desde el momento en que la ves, no es comparable a nada que hayas sentido antes, que hace que merezca la pena todo lo anterior y que consigue que el corazón no te quepa en el pecho de orgullo y de puro amor de madre...

Y colorín, colorado... así fue como mi Plan de parto se fue a la porra... 

Pienso que no era el momento para que Nerea viniera al mundo y que todavía le quedaban unos días o semanas de cocción, de ahí que yo no dilatara ni a tiros, y que al tener la bolsa rota todo se precipitó y la pilló a la pobre despistada. Pero lo importante es que estamos felices, ella sanísima y que la estamos disfrutando muchísimo.

Seguid tan guap@s y gracias por estar ahí aunque ahora no me sea posible actualizar a menudo. Cuando regrese a mi vida normal en septiembre, espero poder coger ritmo otra vez. ¡¡Un besín!!

P.d. Aprovecho para decir que el Cangués se portó mejor que yo y fue el mejor apoyo que podía haber tenido, porque no se separó de mí ni un segundo, aguantó sin dormir y pálido el pobre como los niños de Los Otros, y no dejó de animarme y cuidarme... y ahí sigue... más guapo! :D

viernes, 9 de agosto de 2013

Primera visita al pediatra

Casi sin darnos cuenta hemos dejado atrás los primeros 15 días de vida de la cachorrina, hecho que me deja muerta en el sitio porque no sé en qué momento empezó a correr el tiempo así de esta manera, porfavó!. No sé si será porque mis rutinas se limitan a dar el pecho, contemplar a Nerea y babear, limpiar cacas, cambiar pañales, contemplar y babear, dar el pecho, contemplar y babear, vestir, contemplar y babear, sacar de paseo (cuando consigo salir de casa), contemplar y babear, dar el pecho otra vez, contemplar y babear... y así, pero estos 15 días me han parecido 3 y medio. Y lo mismo le pasa al Cangués que está viendo volar su permiso por paternidad + vacaciones a la misma velocidad a la que crece la papada de la cachorrina (orgullosísimos padres de la doble papada de la nena, que ya ha dejado de ser la ratonuca de hace 2 semanas).

Pues bien, a los 15 días de vida de todo recién nacido, tienen su primera consulta con el pediatra. Nosotros la tuvimos hoy y allí fuimos con la esperanza de que Nerea hubiera dejado de ser un peso pluma de 2 kilos y medio y 48 cm y de que la lactancia materna exclusiva con la que se alimenta estuviera siendo suficiente para que creciera y engordara con normalidad (lo que sospechábamos en vista de las nuevas formas redondeadas de su cara, cuello y tripa). 




Nada más sentarnos en la sala de espera de la consulta, la cachorrina decidió que era la hora de comer y empezó a llorar en el preciso instante en el que nos llamaban para entrar. Total, que entró en la consulta berreando como si no hubiera comido desde que saliera de mi útero, lo que provocó que entrara en una espiral de violencia y cabreo monumental con cara roja, patadas a la pediatra y gritos que debían incumplir alguna ordenanza municipal sobre ruido, cuando comprobó que no sólo no le daban su ración de teta, sino que encima la desnudaban allí de mala manera y la manejaban a su antojo. Lo bueno es que a la pediatra le pareció la pera limonera el carácter tan "despierto" de la nena, su fuerza (os juro que del enfado que tenía se puso de pie) y la potencia de sus pulmones -qué maja y qué positiva la buena mujer-. 

A pesar de la resistencia de la peque, pudieron hacerle todas las pruebas que le tocaban y que concluyeron en que está como una rosa, y lo que es mejor, que se está poniendo como un toro con la leche de su madre porque en estos 15 días ¡engordó 600 gramos y creció 4 cm!. Esto de los 4 cm al parecer es una barbaridad y puede que tengamos un récord Guiness o algo así porque la enfermera no dejaba de repetirlo y nos decía con cara de susto que había pasado del Percentil -3, cuando nació, al Percentil 75 en sólo 2 semanas de vida. En peso, estamos en Percentil 10, lo cual se supone que también está bien, teniendo en cuenta que muchos bebés ya nacen pesando más de lo que pesa ella ahora (3,100 kg).




Después de vestir a la cachorrina, que ya estaba de color granate, y asegurar que normalmente es buenisísima y nada llorona, y que sólo come y duerme (que no piensen que la tenemos asalvajada), salimos de allí corriendo a darle de comer a la pobre antes de que empezara a pensar que la íbamos a dejar morir de inanición.

Aparte del resultado positivo de la revisión pediátrica, debo decir que en estos 15 días también hemos ido aprendiendo poco a poco a adaptarnos a los horarios de Nerea, a conocerla, interpretar sus sonidos, sus quejas, sus horas de sueño y su hambre nivel "llevo todo el día picando piedra en una mina boliviana", distinguiendo su olor y sus gestos, y sobre todo, disfrutando de cada segundo, cada cambio y cada detalle de la peque.

Me voy que me toca sesión de contemplación y babeo.

¡Hasta el próximo post! (Que será la segunda parte de la experiencia con el No Plan de Parto).

lunes, 5 de agosto de 2013

A la porra el Plan de Parto (I)

Nerea ya lleva 11 días con nosotros, haciendo que se nos caiga la baba y quitándonos tiempo hasta de pensar, aunque sólo sea por contemplarla durante horas. Estos días de ausencia nos dedicamos a disfrutarla, conocerla y adaptarnos a sus necesidades y horarios, cosa que no es tarea fácil, pero que haces de mil amores porque la falta de sueño se compensa con media sonrisa de la peque (o lo que nosotros queremos pensar que es una sonrisa), con ver como se estira cuando se despierta (media hora de reloj estirándose, la tía), cómo coloca las manitas al dormir o cómo huele su pelo (ayssss, ese olor... ¡¡¡horas puedo estar con la nariz pegada a mi cahorrina!!!). Pero para tener a la cachorrina con nosotros -trastocándonos la vida-, primero tuvimos que pasar por el parto y el secuestro hospitalario de 5 días -trastocándonos las ganas de vivir-.

Yo  había preparado mi Plan de Parto con todos los puntos atados y bien atados y, como me temía, la realidad nunca es como imaginabas que sería y debes adaptar la idea que tenías a las circunstancias de tu propio parto. 

Ya os había comentado mi intención de evitar la epidural, la oxitocina, etc., pensando, ilusa de mí, que sí que tendría una horita corta, -esa que tanto te desean las señoras cuando te ven el barrigón-. Pero todo lo planeado se perdió en el olvido cuando en vez de una horita corta, tuve 40 horazas eternas de contracciones infernales que culminaron en un parto provocado con oxitocina que me hizo querer pedir una inyección letal e vez de la epidural.

Y todo por empezar rompiendo bolsa sin haber comenzado a dilatar...

Continuará...



jueves, 1 de agosto de 2013

¡¡La cachorrina en persona!!

Post express (ando con los horarios trastocaos y no tengo internet), para enseñaros a Nerea. Nació el jueves 25 de julio a las 22:30 horas después de 40 horas de dilatación (mucha muerte). A pesar de que todo apuntaba a que sería enorme, fue todo lo contrario, la cachorrina es un ratonuco de 2,650 kg y 47 cm, pero es preciosa, súper despierta y muy buena -comer y dormir es todo lo que le interesa-.

En breves espero poder sacar tiempo y contaros cómo fue todo y hablaros más de ella. Gracias por los comentarios y mensajes interesándoos por ella :)




 El Cangués y la cachorrina felices y contentos juntos.

¡¡Ese puñín para saludar a l@s bloguer@s!!

¡¡Un besazo!!