lunes, 20 de marzo de 2017

Para que no se le olvide...

Hace poco leí un artículo la mar de triste (tristísimo) escrito por una mamá que contaba cómo el ciclo de la vida hace que los hijos, con el paso de los años, no recuerden todo lo que sus padres hacían por ellos. Me quedé en shock porque no me había planteado que es cierto: que los millones de recuerdos que yo intento grabar a fuego en mi mente desde que mis cachorrinas nacieron, se difuminarán en su memoria hasta desaparecer casi por completo. 

Por si ese artículo fuera poco, me encuentro en una semana en la que la Cachorrina 2.0 cumple sus primeros 6 meses de vida y con que ayer mismo fue el Día del Padre y  he tenido la poca vergüenza de no encontrar tiempo para dedicar unas líneas a ninguna de las dos cosas. Y no puede ser, hombre ya.

Nerea, como hermana mayor y Cachorrina primogénita, ya tiene algunas pinceladas de sus primeros meses y años de vida, que espero, no ya que le hagan recordar, que será imposible, pero sí que la ayuden a formarse una idea de lo que significa para nosotros desde que salieron las rayitas rosas en el test de embarazo, de lo que nos esfrozamos porque crezca sana y feliz, y también, por qué no, de que sepa la guerra que dió.

Pero Claudia, --mi Clauchi Cuchi, mi bebé gordita, ClaumiClau--, no tiene en estos primeros meses casi ninguna referencia de lo que nos ha supuesto su llegada, ni cómo vivimos miles de primeras veces con ella, y por eso hoy quiero enmendar un poquito mi falta de tiempo y mi escasez de entradas en este nuestro blog, dedicándole estas líneas, para que no se le olvide...

Me gustaría poder expresar con palabras lo preciosa que eres, lo bien que hueles, la mirada limpia que tienes y las sonrisas que nos regalas desde que amaneces temprano por la mañana (muy, muy temprano, debo decir). Poder plasmar la cara de tonto enamorado que se le queda a tu padre cuando entra por la puerta y tú le recibes con tus gorgoritos, desde la hamaquita en la que gozas de rechupetear todo lo que ponemos en tus manos o ríes a carcajadas las monerías de tu hermana. 

Me encantaría que algún día pudieras recordar las horas al día que nos turnamos para llevarte en brazos por toda la casa, porque no nos importa que te acostumbres, porque sabemos que crecerás y no querrás más brazos, ya que en pocos meses querrás investigar, correr y jugar por tu cuenta, y no hay tiempo que perder: tenemos que disfrutar de llevarte cerquita y olerte y achucharte y comerte a besos esos mofletes que son una tentación constante. Y si los brazos ya no tienen fuerzas, la mochila nos deja disfrutar de tus siestas (cortas, de gato, 20 minutos de nada, a lo sumo) en primera línea.

Ojalá algún día leer esto te permita hacerte a la idea de lo que te quería tu hermana con sus 3 añitos de vida, que ya muere por que le dejemos darte biberones, por jugar contigo, por hacer payasadas para que rías a carcajadas (nadie como ella para lograrlo), por darte el cambiazo si tu chupete le gusta más que el suyo. Que se levanta por la mañana remungando y jurando en arameo antiguo hasta que te ve y se le iluminá la cara mientras corre a abrazarte. Que sale del cole preguntando por su hermanita y casi vuelca tu silla del impulso que coge para darte besos. Que te defiende ante cualquiera, cuenta contigo para todo (nunca olvida que ahora somos una familia de 4) y te dice lo guapa que eres.

Quisiera que pudieras visualizar lo comestible que eras, con tus rechoncheces, tus pliegues por todas partes (cómo se puede tener un michelín en la nuca, por favor te lo pido), tu eterna sonrisa, tu lengüita fuera esperando chupar cualquier cosa, tu pelito liso (pelo pincho que te dice tu hermana), tus manos y pies gorditos con los que intentas agarrar sin mucho éxito cualquier cosa.

Porque en estos 6 meses nos has enseñado a quererte mucho, a cantarte, a disfrutarte ,a querer hasta dormir a tu lado. Nos has llenado la casa de trastos (que pereza de cuna, hamaca, cambiador, trona, bañera, gigantosilla, y qué ganas de que desaparezcan oiga), de grititos, de llantos de bebé, de biberones, papillas, leche regurgitada, bodies y pijamas pequeñitos, de sueño a todas horas (que nos vamos contigo para la cama anes de que se jueguen el rosco en Pasapalabra, muy lastimoso todo), de recuperar juguetes de la Cachorrina con sus musiquillas que taladran el oído. 

Aunque no pueda escribir todo lo que me gustaría, no quiero que se me olvide. No quiero que se te olvide.