Como ya os comenté en la primera parte del relato de la llegada al mundo de la cachorrina, todo lo que yo tenía planeado sobre cómo quería que fuera el parto de Nerea se fue al traste porque nada iba saliendo como yo esperaba. La mañana del martes 23 de julio tuve visita con la tocóloga que, tras hacer una exploración, concluyó que el asunto estaba "muy verde" y que todavía quedaban unos cuantos días para que tuviéramos a la peque con nosotros, -a pesar de que salía de cuentas al día siguiente-. Pues bien, ¡esa misma tarde rompí la bolsa! (Qué fina estuvo la gine.) Como no fue una rotura de esas contundentes que no dejan lugar a dudas, sino más bien una pérdida pequeña de líquido que me hizo pensar que más bien podía tratarse de un vaciado de vejiga provocado por una patada de la cachorrina, no me di cuenta hasta horas después de que aquello seguía saliendo poco a poco y ya era mucho que todo fuera culpa de ataques de la nena a la vejiga de su madre. Así que por la noche subimos a maternidad, me dejaron ya ingresada y empezó lo bueno.
El caso es que la bolsa estaba rota pero yo no había empezado a dilatar nada, así que me dieron doce horas de plazo para ponerme de parto y si no empezarían a provocarlo. Pasé toda la noche con contracciones irregulares que no sirvieron de nada porque pasadas esas primeras doce horas sólo estaba dilatada un centímetro, así que empezó la intervención médica. Primero me dieron Protex, que es un óvulo que te provoca las contracciones. Provocarlas, las provocó, porque comencé a tenerlas cada 4 minutos y muy dolorosas, pero tras 24 horas sin pegar ojo y con esas contracciones horrorosas, ¡sólo había dilatado otro mísero centímetro! Ya llevaba 36 horas para dilatar 2 centímetros... Total que, en vista de que el Protex no era suficiente para hacerme dilatar y que la bolsa ya llevaba rota 36 horas, me tuvieron que inducir el parto con oxitocina. Sólo diré dos palabras: mucha muerte.
La oxitocina me provocó contracciones infernales cada 2 minutos durante 6 horas porque sólo te ponen la epidural si estás 4 centímetros dilatada y con el cuello del útero borrado. Y yo, que se ve que no soy de dilatado fácil, con mis 2 centímetros miserables y el cuello enterito, tenía que aguantar los efectos de la oxitocina así, a pelo, sin drogas que me dejaran alelada. Con deciros que en lugar de la epidural, yo pedía la eutanasia… Así que, después de 42 horas de dolor, el propio Cangués, que se veía viudo ya por mi mala cara, pedía que me drogaran o me dieran un garrotazo en la cabeza que me dejara inconsciente. ¡Y por fin pudieron ponerme la epidural! (Esa misma que yo rechazaba en mi Plan de Parto -todavía deben estar riéndose de tan tronchante documento-).
Finalmente, el 25 de julio a las 22:30, 8 horas después de ponerme la epidural -que me devolvió las ganas de vivir, para qué engañarnos-, di a luz en el mejor parto que podía haber imaginado. Porque, no sé si sería para compensar todo lo anterior, pero la cachorrina salió en menos de un minuto, de forma que no nos dio tiempo ni a llegar a paritorio. La nena decidió salir ya en la cama en la habitación de dilatación en un parto que duró segundos y que casi no dio tiempo a que la matrona llamara a gritos a una enfermera para que le trajera corriendo unas gasas. Un poco más y no llega ni la matrona y saca a la cachorrina su padre.
Y ahí, en el momento que vi a Nerea por primera vez, tan chiquitina (recordad que fue peso pluma), vulnerable, preciosa y cubierta de babas, mirándome con unos ojos enormes y cabeceando encima de mi pecho hasta que consiguió engancharse a mamar, llegó la magia y me eché a llorar y entendí todo eso que dicen de que el dolor se pasa y que lo que sientes por esa cosa tan pequeña desde el momento en que la ves, no es comparable a nada que hayas sentido antes, que hace que merezca la pena todo lo anterior y que consigue que el corazón no te quepa en el pecho de orgullo y de puro amor de madre...
Y colorín, colorado... así fue como mi Plan de parto se fue a la porra...
Pienso que no era el momento para que Nerea viniera al mundo y que todavía le quedaban unos días o semanas de cocción, de ahí que yo no dilatara ni a tiros, y que al tener la bolsa rota todo se precipitó y la pilló a la pobre despistada. Pero lo importante es que estamos felices, ella sanísima y que la estamos disfrutando muchísimo.
Pienso que no era el momento para que Nerea viniera al mundo y que todavía le quedaban unos días o semanas de cocción, de ahí que yo no dilatara ni a tiros, y que al tener la bolsa rota todo se precipitó y la pilló a la pobre despistada. Pero lo importante es que estamos felices, ella sanísima y que la estamos disfrutando muchísimo.
Seguid tan guap@s y gracias por estar ahí aunque ahora no me sea posible actualizar a menudo. Cuando regrese a mi vida normal en septiembre, espero poder coger ritmo otra vez. ¡¡Un besín!!
P.d. Aprovecho para decir que el Cangués se portó mejor que yo y fue el mejor apoyo que podía haber tenido, porque no se separó de mí ni un segundo, aguantó sin dormir y pálido el pobre como los niños de Los Otros, y no dejó de animarme y cuidarme... y ahí sigue... más guapo! :D
P.d. Aprovecho para decir que el Cangués se portó mejor que yo y fue el mejor apoyo que podía haber tenido, porque no se separó de mí ni un segundo, aguantó sin dormir y pálido el pobre como los niños de Los Otros, y no dejó de animarme y cuidarme... y ahí sigue... más guapo! :D