Ayer, la heredera de mi colección de zapatos (no sé si podré dejarle alguna otra cosa) cumplió sus primeros 4 meses de vida, y la verdad es que no deja de sorprendernos lo rápido que cambia tanto físicamente como en su forma de interactuar con nosotros y con todo lo que le rodea.
Una de los cambios que más se aprecia en los bebés con esta edad es que tienen muchísima más fuerza para mover y controlar su cuerpo. Ya aguantan la cabeza casi perfectamente lo que les permite estar sentados, aunque todavía pueden cansarse pronto por lo que es conveniente no alejarse mucho. A la cachorrina, la cosa de sentarse le encanta y le permitió descubrirse los pies, lo que la tiene loca de contenta y hace que cabecee como un borracho con somnolencia intentando llegar a ellos. Supongo que de aquí a que intente llevárselos a la boca no pasará mucho tiempo. También ha cogido mucha fuerza, y debajo de esa barriguita tan pochola se ve que ya funciona algún que otro abdominal, porque si la coges de las manitas se incorpora ella sola con una enorme cara de felicidad porque cree que vas a cogerla en brazos. Además, bocabajo aguanta con el tronco y la cabeza levantados y sosteniéndose sobre los bracitos y ahora ha empezado (de petaca) a ponerse bocarriba ella sóla cuando ladea la cabeza y el peso de ésta la hace rodar sobre sí misma.
Otra de las cosas que se notan un montón a esta edad es que ya ven muchísimo mejor y más lejos, porque apreciamos que la peque reconoce a las personas que le son familiares desde el otro extremo de la habitación, y también que los colores ya le llaman la atención poderosamente. Además se distrae muy fácilmente con los muñecos de colores y sonidos. Los que más le gustan son los que son más blanditos y maleables, como su libro-peluche, porque puede agarrarlos mejor. Que esa es otra. Ya quiere coger tooooodo lo que se le pone a tiro e intenta llevárselo a la boca, por lo que hay que tener cuidado de no dejar nada pequeño que pueda tragar a su alcance. De entre todas las cosas su juguete preferido para manejar y chupar siguen siendo las manos de sus papis. Las mira y remira con deseo, como miro yo una onza de chocolate, y babea como cuando nos observa comer. (Hay que ver qué ganas tiene la tía de hincarle las encías a algo que no sea leche).
En cuanto a la comunicación, la cachorrina balbucea, hace gorgoritos, pedorretas y da grititos (incluso, a veces, alaridos de loca) a los que es importante corresponder, hablándole o imitándola para animarla a seguir comunicándose. Cuando no intenta imitarte ella a ti, que hasta bizca se pone la pobre del esfuerzo. Sigue siendo muy sonriente y felizona, y empieza a practicar con simulacros de carcajadas, sobre todo con el Cangués y conmigo y las personas que le son más familiares.
En nuestra obligada visita al pediatra, resulta que la peque sigue estando como un torito de percentil 75 de peso y 90 de altura (mi pequeña maizona), así que de meterle cereales nada de nada, --ya me extrañaba a mí, que había leído que era mejor la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, pero bueno...--. Cuando se incluyen los cereales a los 4 meses, según la pediatra de la peque, es cuando van bajos de peso, y la nena va más que sobrada, así que nos quedamos con la lactancia.
Las noches han mejorado un poco porque ahora se queda dormida a su hora con mucha facilidad, pero no aguanta más de 3 ó 4 horas sin comer, así que sigue sin dormir la noche del tirón. Pero como no se desvela (ella no, yo sí, jaja, vida perra ésta...) pues nada más terminar de mamar la dejo en su cunita dormidíiiiisima, hasta que el hambre apriete de nuevo.
Y en estas, sin darnos cuenta, hemos dejado atrás otro mes... a ver quién le dio al forward...