miércoles, 11 de marzo de 2015

El silencio

Una vez que te conviertes en madre (o padre, que ésto no distingue), hay un elemento al que antes no prestabas especial atención y que ahora prácticamente domina tu vida. Ese elemento no es otro que el silencio.

Cuando tienes a tu peque recién nacido, el silencio se convierte en tu aliado, tu amigo, tu arma para conseguir que el peque duerma plácidamente (y tú también). En nuestro caso, el silencio significaba que la Cachorrina dormía tranquila, y también que podría seguir durmiendo si nada la interrumpía, regalándonos algunos momentos de paz, incluso la posibilidad de echar una cabezada -aunque fuera de pie en el marco de la puerta mirando a la cuna-, para recuperar alguna de las miles de horas de sueño perdidas desde su nacimiento.

Si la casa estaba en silencio, significaba que podías ducharte sin público -ese gran lujo-, intentar adecentar lo que antes era un hogar y, desde la llegada del bebé, sólo caos, acumulación de polvo y montañas de ropa diminuta para planchar, y si tenías suficiente suerte, tratar de darte un capricho, como leer, ver una peli o darte un achuchón con el padre de la criatura, en silencio, eso sí, y a escondidas, como si fuerais los amantes de Teruel. 

Sin embargo, esos bebés van haciéndose mayores, y aprenden a caminar, y a correr y a trepar por los muebles del salón, y a beber agua del bidé, abrir cajones o poner la lavadora con la ropa blanca y sus pinturas de colores en el interior; y entonces el silencio, que antes era tu aliado y tu salvación, se convierte en tu peor pesadilla y fuente de todas tus crisis nerviosas y conatos de angina de pecho. 

Porque te acostumbras a que la Cachorrina grite y de voces como poseída corriendo por toda la casa, y persiguiéndote para que juegues con ella; y sin darte cuenta, llega un momento en el que de pronto te paras, no sabes por qué se te eriza la piel y te pones en alerta nivel “velocirraptor en la cocina de Parque Jurásico”, y no sabes muy bien por qué: un momento, piensas, qué es lo que suena: nada, no se oye nada, ¿por qué no se oye nada? -empieza la taquicardia y los sudores fríos- ¡¡¡¡¡POR QUÉ NO SE OYE NADA???? Y en ese instante pegas un brinco y recorres toda la casa a la velocidad del rayo tratando de averiguar de dónde proviene ese silencio tan inquietante que sólo puede querer decir que algo malo trama la nena. Y te la encuentras inmersa en un mar de papel higiénico en el baño -porque ha decidido sacar todo el papel del paquete y deshacer uno a uno todos los rollos, como si fuera la Cachorrina de Scottex-, o sentada en un charco de aceite en la cocina, restregando las manos por el pringoso suelo y limpiándose en la ropa o el pelo; o coloreando con rotulador ultra permanente los libros de la biblioteca. Y todo lo hace en cuestión de segundos y sin emitir el más mínimo sonido. ¡¡Ella!!, acostumbrada a cantar y vocear como si vendiera patatas en una venta ambulante y a ir por la casa estrellando su moto o su sillita contra muebles y paredes a diestro y siniestro... entonces, la nena decide ser delicada como un pajarillo y jugar sin molestar. Qué detalle, oiga. Y así, el silencio que antes tanto te gustaba, pasa a ser una de las cosas más terroríficas a las que tienes que enfrentarte en tu vida... Escalofríos sólo de pensarlo.



Imágenes vía Pinterest.

8 comentarios:

  1. Jaja que risa imaginarme a la cachorritos haciendo esas cosas
    Yo afortunadamente no he pasado por eso mi nena tiene un año ocho meses y nunca ha hecho tales travesuras además yo creo que nunca le quito el ojo de encima así que la pobre por más sigilosa que sea no puede hacer mucho

    Lo más que hhace es agarrar el teléfono de la casa y marcar numEros como desesperada a ver si no me llega el recibo con llamadas a otros países

    Muy bueno tu post

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  2. Jejejejeje, es que los niños hacen cada travesura!!!! Por suerte las mías las hacen pero de las ligth!!
    Besitos

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  3. Te leo y creo estar viendo a mi peque!! Eso, sin contar cuando grita mammaaa como si no hubiera un mañana o pide 'abaa' a las 3 de la mañana, con una mala leche inusitada...

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  4. ¡Jajaja! Esos silencios son mortales. Mi bichilla tampoco planea nada bueno cuando se queda calladita. O está tratando de meter algo por un enchufe, a pesar de las protecciones, o atascando otras cosas en los huecos del radiador. A imaginativa no hay quien le gane.

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  5. Uy, es que los silencios son muy peligrosos! Por cierto, eso de desenrollar el papel higiénico es la actividad favorita de Alvaro en estos momentos.
    Yo cuando se calla salto del sofá en menos de un segundo y aun así a veces no lo pillo a tiempo ;)
    Besitos

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  6. Uy, es que los silencios son muy peligrosos! Por cierto, eso de desenrollar el papel higiénico es la actividad favorita de Alvaro en estos momentos.
    Yo cuando se calla salto del sofá en menos de un segundo y aun así a veces no lo pillo a tiempo ;)
    Besitos

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  7. Ay maja,habia perdido de vista tu blog,estoy en las nubes,me he perdido unos cuantos post!! Lo del silencio en ellos da mucho miedito jajaja,siempre estan liando algo seguro,aunque la mia sola no va por la casa pero te la puede liar al lado tuyo,mientras estas distraida haciendo algo te das la vuelta y ahi esta sacandote toda la despensa y haciendo torres con el aceite jajaja
    Me encantan las fotos!
    Besos

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  8. jaja, TAL CUAL.
    Pero añado, es que además estas deseando ese silencio, que cesen los ruidos en mi caso de la excavadora y la grúa que pitan, o los golpes del martillo que da Gonzalo... y cuándo de repente hay silencio y empiezas a disfrutar de golpe y porrazo saltas y buscas la catástrofe jaja

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