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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Adiós 2014, bienvenido 2015

Así a lo tonto y sin darnos apenas cuenta se nos escapa otro año de esos cortísimos que ha traído la Cachorrina a nuestras vidas... Alguien me dijo un día que cuando tienes hijos, los días son muy largos y los años muy cortos, y no puedo estar más de acuerdo. 

Sin embargo, el 2014 ha sido también un año muy intenso, que nos trajo una mudanza y una nueva vida en la isla, con sus kilómetros de distancia de la familia y amigos y su agua de por medio, pero también nos trajo nuevas rutinas que incluyen playa, aguas transparentes de tonos de azul nunca vistos, mucho sol, arena hasta en las córneas, paseos kilométricos con vistas al mar, guardería y niños en el parque, y gente maravillosa que ha entrado en nuestras vidas con toda la generosidad del mundo.

Cómo no, también nos deja muchos reencuentros, con nuestros sitios, con Asturias, con Oviedo, con Cangas, con los abuelos, con la tía Sonia, con la tía Eva y el tío Adri, con toda la familia y allegados, con la sidra, el bautizo civil y primer cumple de la Cachorrina, con la fabada de mami, el potaje de Pilar, con la Descarga, con la Vendimia, con las cañas en Pedregal, con los amigos de siempre, los que están aunque no estemos, con las cenas en buena compañía, con los paseos por la calle Uría, con los patos del Campo San Francisco, con "el Paseo de la Florida arriba y abajo".

También nos deja este año muchos cambios en la peque de la casa: desde sus primeros gorjeos hasta decir papá, mamá, pan, agua, caca, Coco, NO...; desde el gateo sentada arrastrando el culo por la alfombra, hasta ponerse a cuatro patas, y llegar a levantarse y andar (y ahora ya, correr como una loca); baños en la playa, juegos de cubo y pala, croqueteos en la arena; nuevas risas y carcajadas, el coche cargado hasta los topes, estirones, expresiones, caras y poses nuevas, cada vez más rizos, más dientes, más mala leche, más mimos y abrazos, más juguetes tirados por el suelo y más ganas de comérnosla a besos. 

Sólo espero que, de aquí en un año, pueda contar que el 2015 me deja grandes recuerdos y que ha sido para todos un año especial.

¡Feliz noche y feliz año nuevo!

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Los deberes

Cuando la Cachorrina empezó a ir a la guarde, el Cangués y servidora nos las prometíamos muy felices, pensando que el tiempo que la peque estuviera en ella jugando con otros niños, pintando y corriendo dando voces muy loca, sería tiempo de paz para nosotros, o de hacer otras cosas (entre ellas trabajar, claro); y que el resto del tiempo podríamos dedicarlo a disfrutar los tres juntos. Lo que no imaginamos es que la guarde pondría deberes que enturbiarían nuestras horas libres, y no precisamente a la nena -normal, teniendo en cuenta que sólo tiene 16 meses-, sino a nosotros, los progenitores.

Y es que el viernes cuando fui a recoger a la peque, además de entregarme sus pertenencias y a ella misma, la profe me puso en la mano una estrella de cartón plateada y me dijo: "es para la decoración navideña de la escoleta, tenéis que adornarla, como vosotros queráis, y nos la traéis la semana que viene". Y de allí me fui, con mi Cachorrina, mi estrella y mi cara de "madredelamortodavíallevapañalyyaempezamosconlosdeberes".

Ya sé que, en principio, puede parecer tarea fácil decorar una sencilla estrella de cartulina plateada, pero nada más lejos de la realidad. De hecho al Cangués y a mí nos llevó unas tres horas de reloj, acostarnos a las tantas y seguir dándole vueltas el resto del puente. Porque una vez que decidimos que no éramos precisamente artistas capaces de dibujar obras de arte en miniatura, como esa gente que te pinta una puesta de sol en la Alhambra de Granada lleno de matices con un boli Bic azul, nos hicimos con una catálogo de productos navideños y nos decantamos por un corta y pega festivo de bolas de árbol, muñecos de nieve, tiovivos y estrellas brillantes. Y entonces empezó un sinvivir muy grande: que sí pon el muñeco ahí y las bolas allá, que si la estrella por aquí, que si arriba que si abajo, que si habrá que poner Feliz Navidad, que si de qué color, que si los rotuladores no pintan, que si a boli queda cutre, que si "recorta esa felicitación y la pegas" que si "no puedo que pone Leroy Merlin"... Dos horas, DOS, decidiendo la distribución de nuestros corta pega. Y una vez decidida: que si a ver si va a quedar cutre, que si lo mismo los otros padres ponen purpurina y acuarelas y saben hacer obras de arte de scrapbooking o papel craft, que si no nos podemos quedar atrás, que si pongo un poco de algodón para que haga de nieve y así le damos volumen, profundidad, perspectiva, empaque y lo mismo nos dan un premio a la mejor estrella o a los padres más absurdos del mundo. Pues eso. 

Tras darle muchas vueltas y pasar un puente la mar de malo con el tema de la estrella, la entregué en la guarde junto con la peque y ya está decorando la ventana junto con las estrellas (mejores y peores, que de todo hay), de otros padres que seguramente hayan pasado el mismo calvario. Y ésto sólo acaba de empezar. Ahora tenemos que rellenar un cuaderno -¡UN CUADERNO!- con fotos y dibujos del día a día de la Cachorrina para que los compañeros de cole la conozcan un poco más... ¡¡Ya me están entrando sudores y taquicardias!!

Y a vosotr@s, ¿cómo se os dan los deberes  para padres? 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Ideas Deco: Mural pintado a mano

Cuando uno vive de alquiler, y más cuando no lo consideras a largo plazo porque siempre buscas un nido mejor que convertir en hogar, intenta que las habitaciones de sus cachorros sean lo más monas posibles sin invertir mucho ni hacer grandes cambios. Pero una, que es muy de monisiteces, no puede evitar pensar en cómo sería la habitación ideal para la Cachorrina si viviéramos en NUESTRA casa, o si al menos encontráramos una de alquiler de la que no nos quisiéramos mover ni a tiros. 

El caso es que si ahora tuviera ocasión de decorar la habitación de la peque como me diera la real gana (sin límite de presupuesto ni de ideas), mataría por poder poner en una pared los murales en papel pintado a mano que hacen dos chicas portuguesas, que se hacen llamar Little Hands, y que no pueden ser más bonitos. Llegados a este punto debo aclarar que no me pagan por publicidad, ni las conozco de nada, simplemente me encontré su trabajo por casualidad en internet y como me enamoró, lo comparto a ver si os gusta tanto como a mí: por si os sirve de inspiración o por si tenéis algún amigo artista muy apañao que os pueda hacer algo parecido, que todo puede ser.

Ellas trabajan por encargo, con la idea del cliente y las medidas de la pared en cuestión. Sobre ello irá el presupuesto, y envían el mural a cualquier parte del mundo. Personalmente, creo que hacen magia en cualquier habitación infantil, con la temática que sea y que si yo entro en un cuarto así de bonito caigo muerta de amor allí mismo. 

Os dejo unas imágenes, a ver qué os parecen. (Os aviso de que os dejo muuuchas imágenes, pero es que era muy difícil elegir.)
























No me digáis... Monisitez pura!!! Pienso que la habitación de un niño tiene que ser alegre, divertida, inspiradora, ... un sitio en el que le encante estar, ¡y yo de éstas habitaciones no querría salir!

Hasta el próximo miércoles :)

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Drama mamá

Antes de tener a la Cachorrina, procuraba ir por la vida -y sobre todo, por la calle- aparentando cordura, y sensatez, (incluso iba peinada, maquillada y con tacones, pero ese es otro tema). Y, aunque es cierto que en ocasiones no lo conseguía del todo, porque tienden a pasarme cosas raras, creo que la mayor parte del tiempo lograba comportarme con una persona normal.

Sin embargo, después de la revolución hormonal del embarazo, el parto, el posparto, la lactancia y de las noches sin dormir, la cordura y la armonía neuronal brillan por su ausencia y te encuentras haciendo el majara por la calle por las razones más inverosímiles, (y no me refiero a cuando vas empujando la silla cantando en bucle las Canciones de la Granja 1 y 2 a grito pelado para aplacar la ira de la nena cuando se acerca la hora de comer).

Y es que el sábado, salí de paseo con la Cachorrina, mis suegros, que están de visita en la isla, y Coco,- el súper mejor amigo de la nena desde que su bisabuela se lo regaló hace mes y medio-, y a mitad de camino la nena se quedó dormida y dejó caer al pobre Coco, sin que ninguno de los cuatro nos diéramos ni cuenta.



Cuando unas calles más allá me percaté de que nos faltaba un miembro de la comitiva, en un ataque de "no sin mi muñeco", eché a correr como una loca desquiciada para desandar el camino recorrido en busca de Coco, con mirada de enajenada, buscando y rastreando las calles sin ver al peluche por ningún lado. Hasta que llegué al punto de inicio y me di cuenta de que alguien tuvo que haberse llevado a Coco, y entonces empecé a imaginar la tristeza infinita en la que se sumiría la Cachorrina al ver que Coco había desaparecido para siempre y que ya no podría ir corriendo a buscarlo al llegar a casa al grito de "Co-co-co-co-co-co", ni arrastrarlo y limpiar con él la mesa del salón, ni darle de comer el puré que ella no quiere metiéndole la cuchara hasta el esternón, ni morderle la nariz, zarandearlo o gritarle en zulú, ni llevarlo al parque y columpiarlo o tirarlo por el tobogán... Y como madre sin neuronas sanas que soy, empecé a llorar. Y llorando me acerqué a una pobre señora a preguntarle "si había visto algo sospechoso con un muñeco azul, de Barrio Sésamo, que es el favorito de mi hija, y ella lo llama Coco, es de las pocas cosas que sabe decir -moqueo sin parar-, y se le cayó en esta calle, y alguien se lo tuvo que llevar", "pues le compras otro, mujer", "es que ya no lo venden -sigo con el dramón-, se lo regaló mi abuela y es un muñeco de cuando yo era pequeña, y le encanta, y ahora nos lo robaron"... Y yo sonándome los mocos mientras la buena mujer me miraba con carita de pena, -que yo creo que si la achucho un poco me invita a un donut de chocolate para aliviarme el disgusto-.

Total que volví sobre mis pasos, arrastrando los pies y, debo reconocerlo: cagándome en toda la humanidad por cacos y por chorizos: que haber quién quiere el juguete de mi nena, que es suyo, que se lo devuelvan, hombre ya.. Cuando lo diviso a lo lejos en una barandilla de una bocacalle, sentado con su sonrisa y su nariz rosa, y sin vergüenza ninguna, doy un salto y grito "¡¡¡¡COCO!!!!" y salgo corriendo y lo cojo, y lo abrazo como a un hijo, y loca de felicidad voy corriendo a devolvérselo a la Cachorrina, ... que lo ignoró completamente porque estaba muy entretenida en los columpios. Con lo que Coco y yo habíamos pasado... 

Y colorín colorado, este relato basado en hechos reales, sobre una mamá a la que se le han terminado los tornillos, se ha acabado. Que me gusta un drama... ;)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Carta a Nerea (VII)

Querida hija, 

Hacía un tiempo que no te escribía, en parte porque estoy muy ocupada persiguiéndote para impedir que te eslomes en cualquier esquina, te pilles los dedos con las puertas, me pongas la lavadora o me conviertas el baño en un spa. Pero creo que ha llegado el momento de comentarte una cosa. 

Ya sabes que mamá y papá te quieren muchísimo, y te miran y remiran con amor del bueno, y que para nosotros eres el ser más precioso del mundo; pero debes saber que esto no quiere decir que seas perfecta, de hecho hay alguna cosina por ahí que no estaría mal que intentáramos corregir. Y sí, hablo de ese carácter (léase: mala leche) que te gastas cuando las cosas no salen como tú querías. 

No es que no te quiera como eres, que sí, pero tienes que reconocer que tienes tus cosas (chiquitinas, pero tus cosas, al fin y al cabo), y que montes en cólera y te endemonies nivel niña del exorcista porque hay un niño montado en el columpio (que te recuerdo que, a pesar de los agradables ratos de ir y venir que pasas en él, no es tuyo), porque no te dejo comer gravilla mezclada con barro del suelo,  o tirarte de cabeza a la fuente del parque, pues qué quieres que te diga, es un mal rato -hoy en concreto fueron tres malos ratos en media hora, y yo así no llego a vieja-. Y es que, Cachorrina mía, yo no había visto violencia callejera semejante a una "perreta" tuya en la vida. 

Con esto te quiero decir que a partir de ahora vamos a intentar evitar que te conviertas en una dictadora y a enseñarte que no puedes tener siempre todo lo que quieres, y que no pasa nada por ello. No hace falta frustrarse y cabrearse hasta que se oyen tus gritos desde la península, ni tirarse al suelo a patalear enrabietada. 

Te escribo estas líneas para que nos eches una mano, que ya sabes que nosotros vamos aprendiendo como podemos sobre la marcha, para que entre los tres podamos enseñarte a reaccionar mejor a las cosas que te contrarían o que no te gustan, y que aprendas que no puedes tenerlo todo; porque si con 15 mesinos de nada que tienes, ya eres un poco máquina de reñir y te gastas el carácter que te gastas, yo ya me veo pidiendo vez para Supernanny, y, por si ella falla, poniéndome en lista de espera para Hermano Mayor.

Ya me despido, que ahora tengo que ir a comprobar que estás dormidina en tu cuna, tapada, que respiras tranquila y que hueles como los ángeles. ¡Te requetequiero princesa!

Un besín, 

Mami





miércoles, 5 de noviembre de 2014

Escogiendo guardería

Últimamente han cambiado algunas cosas en casa de la Cachorrina -sí, suya, a nosotros nos deja vivir aquí porque le damos galletas, pero tooooda la casa ya es su territorio-, y es que una servidora por fin ha encontrado trabajo en la isla (y, como se suele decir "de lo mío", toma ya!), lo que nos ha obligado a buscar una guarde en la que la Cachorrina pudiera desahogar su locura unas horas todos los días.

El caso es que no es tarea del todo fácil porque había que valorar diferentes características que debía reunir la escoleta (así las llaman aquí) para ajustarse a lo que nosotros buscábamos, y que era:

- Buenas instalaciones, con patios amplios exteriores a los que sacaran a la Cachorrina a correr todos los días (esto puede parecer una tontería, pero en una guarde nos dijeron que sólo los sacaban los meses de primavera y verano, y yo sólo imaginar a la nena encerrada entre 4 paredes hasta marzo se me encogía el corazón pensando en ella y en la pobre profesora que sufriría las consecuencias del encierro).

- Profesoras majísimas que nos dieran buenas sensaciones para encomendarles la tarea de ayudarnos a educar a la peque.

- Comida casera cocinada en la propia guarde.

- Higiene, obviamente.

- Que fuera trilingüe: castellano, inglés, catalán. Los dos primeros porque me parecen fundamentales, y el catalán porque lo necesitará cuando vaya al cole en la isla.

- Que el horario fuera flexible para adaptarse a nuestros horarios, turnos y demás.

- Que estuviera cerca de casa.

- Que los precios no nos dejaran sin respiración.

He puesto el factor económico en último lugar porque realmente nos hicieron decidirnos todos los anteriores y al final nos quedarnos con la escoleta que ganaba en todos ellos aunque fuera un poco más cara que las demás. 

De momento estamos muy contentos con la elección, aunque todavía hace pocos días que la Cachorrina empezó a ir. Y además, antes de que la pobre muriera del susto teniendo que comer allí y todo -y pensara que ya se iba a quedar a vivir en la guarde para siempre-, hemos empezado poco a poco con un par de semanitas de adaptación, de ir sólo 2 ó 3 horas al día. Debo decir que el primer día todo parecía de color rosa porque la nena se quedó jugando tan tranquila, y que día a día se va coscando del asunto y le cuesta más trabajo quedarse (qué momentos más malos, oiga). Pero las profes que son unos amores me envían fotos al whatsapp de la peque jugando encantada para que me quede tranquila y vea que sólo llora 5 minutos cuando nos ve marchar y que luego está tan contenta. Miedo me da el primer día que vea que se queda a comer y a echarse la siesta, lo mismo le da algo. ¡Ya os contaré!

Y vosotr@s, ¿cómo escogistéis la guardería?, ¿qué tal lo llevan los peques? Seguid tan guap@s :)

miércoles, 22 de octubre de 2014

Nuestros básicos del primer año

Cuando estaba embarazada y comencé a escribir el blog, me informé todo lo que pude acerca de las cosas que harían falta al nacer la Cachorrina, y de hecho publiqué varias listas con todo lo necesario para dar la bienvenida a un recién nacido al mundo y apañarse los primeros meses. Sin embargo, una vez que hemos pasado nuestro primer año como papis, ya puedo decir desde la experiencia que no hemos utilizado todo lo que pensábamos, y que hay cosas de las que hubiéramos podido prescindir y otras que nos han salvado la vida, directamente. Hoy voy a hablaros de estas cosas: las que nos facilitaron la existencia a la hora de apañarnos con los cuidados de la Cachorrina, las que utilizamos hasta la saciedad o las que mejor servicio nos dieron. Esto no quiere decir que sean cosas fundamentales para el primer año del bebé, ya que seguro que much@s pondríais o quitaríais alguna que otra, porque cada niñ@, cada familia y cada padre es un mundo; pero, al menos, son las que a nosotros mejor nos resultaron.

- La mochila ergonómica portabebés. No tengo palabras para describir cuánto nos ha ayudado la mochila: fue el mejor remedio para las noches de insomnio con la Cachorrina en las que podíamos dormirla porteándola en la mochila en beneficio de nuestras espaldas y brazos agotados. Además también nos servía para ir de paseo cuando era más chiquitina -ahora con lo que pesa no hay valor a sacarla de casa ahí-, que se durmiera la siesta o simplemente que se tranquilizara cuando no quería la silla. ¡¡Imprescindible en nuestras vidas!! Aún hoy, es un básico de nuestro día a día. (Aclaro que antes de la mochila utilicé una banda de anillas que era monisitez pura, pero la cambiamos por la mochila cuando la peque empezó a pesar más -y porque era más masculina para llevarla el Cangués, que todo hay que decirlo.)

- El cojín de lactancia. No sé si las madres que dan biberón pensarán lo mismo, pero a mí me parece que un cojín de lactancia para dar el pecho es fundamental, especialmente al principio cuando el bebé es muy pequeño y tienes que cargarlo en brazos para amamantarlo, porque son muuuuuchas las horas al día que estarás dando el pecho, sobre todo al principio, y es infinitamente más cómodo poder apoyar al peque en el cojín. Y que conste que el Cangués también le dio uso, aunque sólo fuera para que la Cachorrina pudiera quedarse ratos larguíiiisimos dormida en sus brazos sin que se le durmieran los brazos a él primero.

- La bañera plegable, la "hamaca" de recién nacido para la bañera y el patito termómetro. Lo de la bañera plegable es una maravilla, oiga. No sólo porque puedes llevarla de viaje, si no porque después de usarla, la puedes plegar y guardar sin tener otro trasto más atravesado en medio de la casa. Y además la pones donde quieras: nosotros la poníamos encima de la mesa de la cocina cuando la Cachorrina era más pequeña, y ahora (sí, la sigue usando porque le encanta) la ponemos dentro de la bañera grande del baño para que no lo ponga todo perdido de agua mientras juega. 
La hamaca que se cuelga de la bañera para poder recostar al recién nacido en ella sin tener que estar sujetándolo con los brazos -evitando así resbalones y sustos de esos que quitan años de vida-, me parece otro básico para ayudarte con la hora del baño del bebé. 
El patito termómetro no es que no se pueda vivir sin él, pero nosotros lo hemos usado en cada baño de la nena: primero, para controlar la temperatura del agua, y segundo, para que ella juegue mientras chapotea.

- La hamaquita. En mi opinión la hamaca es fundamental porque casi desde el primer mes los bebés agradecen no estar siempre tumbados y les encanta poder estar un poco incorporados viendo lo que pasa a su alrededor por casa. Y en crisis de llanto inconsolable y que no consigues descifrar, la hamaca en modo vibrador es mano de santo.

- Las muselinas. Las hemos usado para todo, (y las seguimos usando, la verdad): desde ponerla debajo de la peque en el capazo por si regurgitaba, hasta envolverla para dormir, taparla en sus siestas cuando no hace tanto frío para una manta, tumbarla en la playa, cubrir la silla para que no le diera el sol, como babero en caso de necesidad, y hasta como juguete (lo que le gusta a la Cachorrina taparse con las muselinas y darte un susto al destaparse es para verlo...)... Y la habremos usado de mil formas más. Y ni que decir tiene que son también monisitez total y yo ya sólo por eso las adoraba antes de comprobar que las usaría tanto.

- Los chupetes. Porque hacen que los lloros desconsolados se los lleve el viento, cuando ni los brazos logran calmarla, y porque para dormir le encanta tener varios chupetes en la cuna que va cambiando a su gusto o que acaricia mientras duerme. Además ahora la ayudan a dormirse sola sin tener que llamarnos cada hora y media, cosa que agradecemos infinito.

- La cámara de fotos del móvil. Ésto puede parecer raro como básico del primer año del bebé, pero lo es. Es cierto que las mejores fotos se las hacemos con la cámara de fotos buena, pero en el día a día, para pillarle esos mejores momentos improvisados en cualquier parte o grabarla en vídeo (cienes y cienes de veces) para enviar a los abuelos, al final siempre tiras de móvil, por lo que me parece importante tener uno con buena calidad de imagen y vídeo.  

- La cómoda con el cambiador. Más que por el almacenaje de la cómoda, que también nos vino de perlas para las cosas de la peque, nos dio la vida tener un lugar alto en el que cambiar el pañal de la Cachorrina sin tener que eslomarnos de mala manera (unas semanas nos tocó cambiarla encima de la cama y casi quedamos doblados de por vida).

- La trona. Supongo que no todo el mundo considerará la trona indispensable para dar de comer a los bebés una vez que empiezan con la alimentación complementaria, pero en nuestro caso es todo un básico fundamental por la comodidad que supone y porque la Cachorrina no come igual en la trona que sentada en cualquier otro sitio. Es como que se siente más cómoda en una silla de su tamaño, pero a la altura de los demás, de la que no se puede caer y en la que si hace falta se la puede dejar comer sola tranquilamente.

- Los abuelos y las tías. Ellos sí que son un básico fundamental -y lo demás tontería-, que nos han ayudado muchísimo, tanto con cualquier cosa que necesitara la Cachorrina como simplemente muriendo de amor con ella y queriendo cuidarla y llevársela unas horas con ellos, para descanso nuestro. Pena que vivamos tan lejos, leñe... 

Y más o menos estas son las cosas que más nos han servido, obviando por supuesto los básicos más básicos como la cuna, el capazo, la silla, el huevo para el coche, etc.

Y para vosotr@s, ¿cuáles son las cosas que más habéis utilizado con vuestros peques?

miércoles, 15 de octubre de 2014

Dientes, dientes

Hasta que no cumplió los 10 meses, a la Cahorrina no empezó a despuntarle su primer diente, que se ve que con la teta no le hacía falta la dentadura y decidió esperar para estrenarla. Pero fue dejar la lactancia materna y empezar a salir los dientinos, sin prisa, pero sin pausa, hasta llegar al día de hoy que con 14 meses tiene 4 fuera y 4 asomando. Pero entre que le tardaban un montón en salir, y que son de leche y están destinados a caerse, pues debo reconocer que hasta ahora no me había parado a pensar en la higiene dental de la peque. (Y si soy sincera, yo siempre había pensado que se empezaba con la higiene dental hacia los 2 - 3 años, cuando pudieran lavarse los dientes solit@s).

El caso es que me ha dado por consultar cuándo debería empezar con la limpieza de los dientes de la Cachorrina, pensando que estaba dentro de plazo,  y muerta en el sitio me quedé al descubrir que debería haber empezado hace 14 meses, es decir, cuando la nena nació. Muerta sobre todo porque, ignorante y madre sin manual que es una, no entendía muy bien lo de lavarse los dientes sin tener dientes (y alimentándose sólo de leche materna), pero resulta que es importante para evitar infecciones y depósito de bacterias en las encías, y que, una vez al día, debe pasarse una gasita humedecida o un dedal de silicona por las encías del bebé desde el nacimiento.

Una vez que al peque le empiezan a salir los dientes, ya se le deben empezar a limpiar con la gasita, el dedal o un cepillito especial, y -ATENCIÓN-, si tiene muelas, hilo dental. Todo ello acompañado sólamente de agua o, si acaso, de un "granito de arroz" de pasta de dientes especialmente diseñada para niños por su determinado contenido en flúor (1000ppm). La higiene bucal a partir del año debe hacerse dos veces al día y no sólo consiste en la limpieza de los dientes propiamente dichos, sino también en la limpieza de encías, lengua, cachetes y paladar.


Hasta aquí la teoría. Ahora bien, una vez terminé de confirmar que soy una mala madre por no haberme preocupado por el asunto primero, tengo que reconocer que empecé a sudar en frío imaginando las luchas ninja que me esperan con la Cachorrina para lograr que se deje mínimamente meter un cepillo en la boca, o la mano (con el consiguiente peligro que ello conlleva para mi integridad física), o el hilo dental, teniendo en cuenta que el hecho de cortarle las uñas, pasarle un cepillo por los rizos indomables e incluso cambiarle un pañal cuando está entretenida con otras cosas, supone un drama familiar de gritos, lloros, empujones, placajes, que a mí me quitan años de vida y lucidez a partes iguales.

Así que desde aquí hago un llamamiento a mamis experimentadas para que me aconsejen y me digan cómo lo hacen para que sus retoños luzcan sonrisa Profident, sin morir en el intento. Aunque si me toca lucha ninja, al menos, hago ejercicio.

¡Seguid tan guap@s!

miércoles, 8 de octubre de 2014

Semenamoraelalma...

... Cada vez que me ofreces un juguete, un libro o cualquier cosa que te encuentres, y me miras con esos ojazos y me sueltas un monosílabo cualquiera -qué significa "lo", "ta" o "li" es algo que todavía tenemos que establecer-, para pedirme que juegue contigo... Y cuando te veo ofrecer también tus juguetes a otros niños en el parque (y a veces me estalla el corazón de ternura al ver como los persigues con tu bracito extendido y tu juguete en la mano, sin que tengas mucho éxito porque son niños más mayores que están jugando a otras cosas). Y se me enamora el alma porque eres muy chiquitina y aún no nos ha dado tiempo a enseñarte a compartir, y veo que tú ofreces lo que tienes de forma natural y eso me hace sonreír porque pienso que seas como seas... ya eres buena gente...


miércoles, 1 de octubre de 2014

Monisiteces: Super Simple Learning Songs

A la Cachorrina le encanta la música: es escuchar cuatro notas y que el mundo se pare a su alrededor para que ella disfrute de la canción, dé palmadas, o haga como que baila a su manera.

Al principio le poníamos dibus en la tele ,para que no les hiciera ni caso y dejara todo lo que tuviera entre manos cuando sonaban las canciones de turno, siguiendo a lo suyo en cuanto terminaban. 

Después llegaron los Cantajuego(s) a nuestras vidas, o mejor dicho, a nuestro coche, para "amenizarnos" los viajes o, lo que es lo mismo, encandilar a la Cachorrina una y mil veces y torturarnos al Cangués y a mí, una y mil más.

En casa decidimos dejar los dibujos de la tele para cuando fuera más mayor y simplemente ponerle música en el ordenador para bailar, o para ver algunos vídeos con sus canciones preferidas, momento en el que descubrimos los grandiosos poderes sobrenaturales de Miliki, todas las letras de las Canciones de la Granja y los divertidos vídeos de las Canciones del Zoo.

Pero el Cangués seguía con la idea de que la nena tenía que practicar el inglés, aunque fuera con música, así que fuimos probando hasta dar con las canciones de Super Simple Learning Songs, que son canciones infantiles típicas anglosajonas muy sencillitas -easy to teach, easy to learn-, con sus correspondientes vídeos animados y que vienen subtituladas para que no se nos escape la letra y no tengamos excusa para no cantarlas y practicar el inglés también nosotros. No sé a vosotros, pero a mí no se me ocurre mejor manera de que la peque vaya acostumbrando el oído al inglés que con unas canciones que le encantan y unos vídeos que la emocionan hasta el punto de dar saltitos, grititos y palmadas cada vez que empieza uno nuevo.


Si bien, tienen muchísimos vídeos y canciones animadas que a la Cachorrina le chiflan, hoy os quiero enseñar tres canciones más suaves que son monisitez pura, por como están hechos, por las imágenes, por las nanas que suenan, por la vocecita infantil que las canta, por la ternura que desprenden y porque a Nerea le encantan y cuando se las pongo -algunos días antes de dormir-, parece que hasta ella se pone mimosona, incluso diría que la relajan, y me agarra de la manita, me mira emocionada señalando a la pantalla, se acurruca contra mí y hasta me da besos que me saben a gloria. Espero que os gusten tanto como a nosotras.

La del osito es puro amor y os prometo que la Cachorrina me pone ojitos cuando ve al osín con la mamá osa.

En ésta muere de amor por el búho y cuando se da la mano con la estrella, la Cachorrina me coge también de la manita a mí y yo babeo como si no hubiera mañana.

Señala la pantalla emocionada cuando ve al muñequito de nieve y cada vez que mira el vídeo pone la misma cara de alucinada que la primera vez.

¿Son o no son una monisitez? Seguid tan guap@s :)


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ni contigo ni sin ti

Hace unos días, al Cangués y a mí nos regalaron (un ángel del cielo -¡¡gracias!!-), la posibilidad de escaparnos dos días enteros, con sus dos noches, y todas las horas de en medio, para dedicarnos a nada más que a mirarnos el ombligo, -cada uno el suyo, o el del otro, da igual-, sin Cachorrina de por medio, ni madrugones, ni despertares nocturnos de esos que restan años de vida, ni vueltas y vueltas (y vueltas y vueltas...) en el parque, ni bibes, ni purés, ni cacas, ni Canciones de la Granja... sólo dos días para relajarnos y disfrutar de unos instantes de paz, amor y felicidad parejil, mientras los abuelos y las tías se pelean por la custodia temporal de la nena, cuando estemos de visita en Asturias.

El caso es que, teniendo en cuenta que la mayor parte del año vivimos lejos de la familia, sin nadie con quien soltar a la Cachorrina -ni una tarde para ir al cine, ni media hora para ir a la pelu, ni ná-, cualquiera podría pensar que saltamos de alegría y que si por nosotros fuera, en lugar de dos días, sería una quincena, pero a la hora de la verdad, el Cangués (que es un blando) lo único que pudo pensar fue "¿cómo vamos a estar dos días enteros sin ver a la Cachorrina?". Y así fue, tuvimos que pedir una reducción del plan a sólo un día y una noche de relax. 

Lo peor de todo es que yo estaba de acuerdo con él, e imaginar no verla tanto tiempo se me hacía rarísimo, así que no pude evitar pensar en que la maternidad/paternidad es una contradicción continua, un ni sí ni no, ni todo lo contrario, un ni contigo ni sin ti de libro, y a los hechos me remito:

-Por mucho que nos quejemos de la mala vida que nos da la peque, separarnos de ella nos parece como separarnos de una parte de nuestro cuerpo, como si tuviéramos que pasar el fin de semana sin una pierna, oiga.

- Si los días se nos hacen eternos, y parece que no se terminan nunca cuando tienes que pasarte horas corriendo detrás de ella por casa, en el parque, recogiendo, limpiando lo que ensucia, cantando, jugando, dando desayuno, comida y cena, despertándote las veces que haga falta en una noche y paseándola kilómetros de pasillo para que se calme y se duerma, el caso es que los meses y los años se quedan en nada y pasan tan deprisa que ni te das cuenta de lo rápido que crece. ¿Cómo narices pueden ser los días tan largos y los meses y años tan cortos?

- Aunque estemos semanas organizando un plan sin ella para desconectar, y cantando a los cuatro vientos que por fin seremos libres unas horas, nos pasamos esas horas pensando en qué estará haciendo, si se estará portando bien, llamando para preguntar cómo está, y muriéndonos de risa recordando sus caras, sus gestos, sus gritos de loca y toda la mala vida que puede estar dándole en ese momento a quién la esté cuidando.

- A pesar de que muchas veces yo juro que la regalaría sin remordimientos al primero que pasara por la calle y prometiera darle cariño, hay otros momentos en que la miro y siento que si la quiero más exploto, y tengo que respirar profundo y coger aire porque el amor no me cabe en el pecho.

-Me paso la vida muriendo de ganas por un plan de adultos, y al final resulta que mi momento favorito del día sigue siendo cuando estoy con ella tirada en la alfombra jugando, riendo y robándole achuchones.

- Aunque la mayor parte del tiempo estemos agotados porque nos cuesta seguirle el ritmo, y no paremos de quejarnos de lo que nos cambió la vida a peor en muchos aspectos, lo cierto es que ya no querríamos una vida en la que no estuviera ella.

Vamos, que nos quejamos de vicio, porque no hay nada que nos guste más que verla jugar y reír y crecer y aprender, y que un lametón suyo bien vale un día eterno de mala vida.



¡Que tengáis buena semana!

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Una mañana cualquiera...

Se escucha un grito por encima de los decibelios permitidos en cualquier ordenanza municipal, el Cangués y yo pegamos un bote en la cama y nos damos manotazos no sabiendo muy bien dónde estamos ni por qué... "¿qué pasa? ¿qué pasa?"... Son las 6:30 de la mañana, y sólo han pasado dos horas desde la última vez que nos despertamos. En medio de la confusión un nuevo grito con tono de "soyyoestoyaquísoladespiertaysindesayunarasíquevenirperoya". Vale, es la Cachorrina -otra vez-, "tú la entretienes y yo voy a prepararle el bibe".

Cuando vuelvo de la cocina con el biberón, el Cangués se hace el muerto, todavía con los ojos pegados y el susto en el cuerpo, mientras la Cachorrina lo zarandea, se le sube encima agarrándole de los pelos, le hinca una rodilla en las costillas y le mete un pie en un ojo gritando como un masai enfurecido. 

Se toma el bibe de un trago, sin respirar y pide que la dejes en el suelo. La llevamos al salón y la ponemos en la alfombra con sus juguetes. En cuestión de 5 minutos hace recuento de muñecos, que consiste en cogerlos uno a uno, mirarlos, zarandearlos para comprobar si suenan; si no lo hacen, golpearlos contra el suelo o la mesa del salón, darles unos lametones y tirarlos por encima del hombro para pasar al siguiente. 

Hecho el recuento, sale gateando como una bala hacia el baño para poner en práctica su nueva habilidad de abrir el grifo del bidé y ponerse a beber como si de una fuente se tratara. Lo pone todo perdido de agua, así que me la llevo de nuevo al salón, donde vacía todos los cajones del armario, para, al terminar, escapar de nuevo al baño. La devolvemos al salón y antes de que nos podamos calentar el Cola Cao en el microondas, la tenemos en la cocina limpiando el suelo con el paño que colgaba del horno y tratando de meter la mano -y la cabeza- en el cubo de la basura. Le lavamos las manos y la devolvemos con sus juguetes pero, antes de poder abrir el paquete de sobaos, la tenemos de nuevo en la cocina vaciando cajones. La llevamos por enésima vez al salón, cambiándole los muñecos por otros para que la novedad la entretenga (con la consiguiente rueda de reconocimiento: coger, zarandear, golpear, chupar, tirar). 

Entonces, descubre al Cangués comiendo fruta en la terraza y sale pitando hacia allí a ver si le cae algo. El Cangués renuncia a comer tranquilo al fresco y se mete dentro para que la nena no se restriegue por el suelo de la terraza ni se eslome con el ventilador del aire acondicionado. Así que todos al salón y puerta de la terraza cerrada, cuyo cristal ahora la Cachorrina se dedica a lamer y a frotar con sus manos regordetas impregnadas de restos de melón. Cuando me dispongo a limpiar la puerta, ella aprovecha para salir corriendo de nuevo al baño. Pero como le hemos cerrado la puerta, va a su habitación donde tiene más cajones que vaciar, y donde puede ponerse de pie a zarandear la cuna agarrada a los barrotes, gritando en arameo antiguo. 

Se cansa y vuelve gateando al salón para buscar la cartera de su padre y vaciarla en el suelo. Acto seguido, sale corriendo de nuevo a su habitación, pero en medio del pasillo decide entrar en la nuestra para tirarnos los libros de la mesita de noche. De repente se echa a llorar, porque se ha pillado los dedos con la puerta de la habitación, cuando intentaba arrancar el tope. Vamos corriendo: "sana, sanita, culito de rana...". Y volvemos con ella al salón a jugar, pero sólo conseguimos entretenerla con unos cuentos unos minutos; luego vuelve a la carga y a correr de acá para allá como si el biberón, en lugar de leche con cereales, llevara Red Bull. 

Para bajarle las pulsaciones, le ponemos a Miliki en el ordenador para que baile un rato, y que nos deje unos minutos de paz en los que, en tiempo récord, recogemos el caos y destrucción que reina en la casa, y hacemos como que ponemos orden.  Entonces descubro que también se ha hecho caca. La llevo al cambiador para quitarle el pañal sucio y me enfrento a una espiral de violencia callejera: se retuerce, patalea y grita como si en lugar de el pañal fuera a quitarle una pierna, así que tengo la difícil tarea de cambiarla y vestirla mientras le hago un placaje de lucha libre. Después de 10 minutos de combate cuerpo a cuerpo, consigo que esté vestida y adecentada y me dedico un rato a cantar y jugar con ella. Pero el cuerpo ya le pide calle y corre hacia la silla porque muere por salir de casa, así que la siento y salimos por la puerta en dirección al parque, donde nos espera una mañana de vueltas sobre nosotras mismas y bucles de entrar y salir por la puerta del parque y arrastrar los pies por las hojas el suelo. 

Y allí, yo miro  a otros niños de su edad sentaditos en un pacífico ir y venir en sus columpios, y después miro a mi Cachorrina, y la veo subir y bajar cien veces el mismo escalón en una espiral de la que no puede salir, con su cántico zulú, y no puedo evitar preguntarme si es algo que nosotros hemos hecho mal o es que la nena está como unas maracas de Machín. 

Y sólo son las 10.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El bautizo "civil" de la Cachorrina

Desde el momento en que decidí convertirme en mami, decidí también -si tenía la suerte de que el papi estuviera de acuerdo conmigo-, que no bautizaría a mis hijos ni les educaría en base a ninguna creencia religiosa; y eso, a pesar de que yo misma estudié 14 años en un colegio de monjas.

El caso, es que como no habría religión que inculcar, no habría bautizo, ni, por tanto, padrinos que guiaran en la fe a la nena. Pero en vista de que nuestros caminos se alejaron de nuestra Asturias Patria Querida, para situarnos hoy en la Isla, el Cangués y yo pensamos que no le vendrían mal a la Cachorrina unos guías en asturianía, que recordaran a la peque de dónde viene, y cuáles son las costumbres, características y elementos típicos del Paraíso que la vio nacer -cosas que se le ocurren a una en el exilio, vaya-. Así que ni cortos ni perezosos, y a mí que me gusta más una celebración que a un tonto un lápiz, aprovechamos la fiesta del primer cumple de la Cachorrina para bautizarla con agua asturiana y nombrar a sus padrinos, que para jurar el cargo debían comprometerse a guiar a la nena en asuntos de vital importancia.


Así aguantó la pobre, con su corona y todo, durante la celebración (todavía no me creo que no me mandara a freír espárragos con el invento)

Y ésto fue lo que los padrinos, Sonia y Juan, prometieron cumplir:

"- Prometéis recordar a la Cachorrina que, viva dónde viva, aunque sea en una isla paradisiaca con sol, ella es asturiana y oviedista; carbayona y canguesa.

- Prometéis enseñarle el Himno de Asturias, el Asturias de Víctor Manuel y hasta el de Melendi, y explicarle que son himnos que la gente canta cuando está contenta y que al terminar se grita ¡Puxa Asturies!

- Prometéis hacer que conozca y quiera la geografía de su tierrina, con su mar de montañas, picos nevados, valles verdes, playas dignas del paraíso. Y que aprecie la diversidad de sus pueblos, gentes y tradiciones.

- Prometéis aseguraros de que aprecia la gastronomía asturiana: la comida de sus abuelas, la fabada, el potaje de berzas, los frixuelos, el arroz con leche y les casadielles.

- Prometéis enseñarle que la manzana y la sidra forman parte de lo que ella es y que el vino de Cangas lo lleva en la sangre.

- Prometéis enseñarle a ganar y a perder, y a apoyar su oviedismo en las buenas y en las malas, que sepa el himno del Oviedín y que su color es el azul.

- Prometéis enseñarle a ser generosa y que el vasu sidra ye pa compartir y el bollu preñao y la empanada tienen que dar pa todos.

- Prometéis inculcarle el amor por los viajes y las ganas de conocer mundo, pero que siempre, vaya donde vaya, tiene que llevar la bandera de Asturias.

- Prometéis transmitirle sensibilidad por el arte, para que aprecie la arquitectura de un hórreo, sepa bailar el Xiringüelu o la Jota de Cangas, o se le pongan los pelos de punta al escuchar el sonido de una gaita.

- Prometéis enseñarle a ser sociable y disfrutar con su familia y amigos de las fiestas de prao, las espichas, las fiestas del Carmen, San Mateo, y saber quiénes son Pinón Folixa y el Topu Fartón. .

Podéis entonces bautizar a Nerea, con agua del río Narcea, como carbayona, canguesa y asturiana, en el nombre de Pelayo, la Santina y don Carlos Tartiere."





Y para que conste a los efectos oportunos -y los padrinos no olviden sus promesas-, aquí queda expuesto ;)

¡Seguid tan guap@s!



miércoles, 3 de septiembre de 2014

El parque

Desde que la Cachorrina llegó a nuestras vidas y me convertí en madre a tiempo completo -que por aquello de estar al paro, ni un ratito tiene una para escaquearse-, decidí que donde mejor estábamos la nena y yo era al fresco. Y me tomé la decisión tan a pecho que puedo decir que hiciera frío, calor, diluviara en Oviedo, viniera una nueva era glaciar en Pamplona o  nos sudara la vida -que dirían en Gandía Shore- de calor en la isla, la Cachorrina y yo no nos hemos quedado en casa ni medio día. (Una vez escuché a alguien (muy sabio) decir que los bebés desde que nacen, se tienen que acostumbrar a todas las condiciones climatológicas, y puedo decir que la Cachorrina ya está hecha a todo y que le ha venido genial porque en este, su primer año de vida, no ha tenido ni un triste resfriado, una tos, ni unos mocos, ni fiebres altas, ni gastroenteritis, ni ná de ná: salud de hierro, oiga!!)

El caso es que al principio, la Cachorrina era tan pequeña que sólo nos dedicábamos a hacer miles de kilómetros de un lado para otro, sin rumbo fijo, o mirando escaparates, que es lo que quería mami; pero al cumplir más o menos seis meses, la peque ya se aguantaba perfectamente sentada y descubrimos que le encantaba columpiarse, así que empezamos a hacer miles de kilómetros de parque a parque, pero sin asentarnos en uno, así en plan nómada: hoy en éste, mañana en el de más allá y pasado en uno que esté lejísimos para que se me quiten las ganas de vivir a la vuelta empujando la silla (esto me pasa mucho). 

Como la peque todavía no interactuaba con otros niños, y se limitaba a dejarse columpiar y a ir a su bola de aquí para allá (o más bien de aquí, para aquí, que lo suyo es caminar en círculos), lo mismo nos daba dar vueltas sobre nosotras mismas en un parque que en otro, así que no éramos fieles a uno en particular. Además, así entre parque y parque paseábamos y mi espalda descansaba de estar agachada con la Cachorrina y se me pasaba antes la mañana, -que, para el que no lo sepa, una hora de parque con un bebé que empieza a caminar, equivale a unas 7 horas y media de vida adulta sin hijos-.

Pero un buen día, en uno de los parques al que íbamos de vez en cuando, unas niñas sacaron los juguetes que llevaban y poco a poco, otros niños fueron sacando los suyos y sentándose a jugar cada uno con las cosas de los demás; y la Cachorrina, al ver un montón de juguetes por ahí desperdigados, vió abrirse ante ella un mundo de posibilidades para chupar juguetes ajenos, y se apuntó en seguida al asunto; así que después de meses de peregrinaje nómada de parque en parque, comenzamos a socializar. Ella descubrió que había más nenes y nenas con muchos juguetes a los que ella podía dar lametones en un descuido, y yo descubrí que hay padres y madres que todavía están peor de lo suyo que una servidora, con los que poder compartir experiencias, trucos, o lamentos varios de la mala vida que nos dan los peques. 

Y de pronto el tiempo en el parque ya no es tan largo y además de entrar y salir por la puerta del parque 200 veces en un bucle sin fin, -de ahora quiero entrar: doy cuatro pasos, ahora quiero salir: cinco pasos, quiero entrar: cuatro pasos, quiero salir: cinco pasos...- una puede charlar con adultos y sentirse acompañada en el malvivir, y aprende que puede que no lo esté haciendo tan mal, porque todos estamos igual de perdidos en esto de criar bestias pardas, y que doce ojos ven más que dos para tenerlos a todos controlados. 

Además, es la mar de divertido escuchar las teorías, experiencias y tácticas ninja que cada uno utiliza con sus retoños para conseguir mantenerlos sanos y salvos, y hacer de ellos personas de bien, cada uno en su estilo: la madre angustiada, el padre pasota, el pedagogo místico, la madre sobreprotectora, el vivalavirgen... Y es genial ver que todos ellos, por muy diferentes que sean, por muy cuesta arriba que se les haga a veces esto de la paternidad y por muy perdidos y agotados que estén, miran igual de embobados a sus cachorros y responden con la misma alegría a cada una de sus sonrisas. Es la magia de tener hijos... y también, la magia del parque.

Y vosotr@s, ¿sois fieles a un parque?, ¿os habéis hecho vuestro grupo de peques y de padres y madres agotad@s?

Seguid tan guap@s y hasta el próximo post!!

miércoles, 27 de agosto de 2014

12-13 meses

El lunes la Cachorrina cumplió 13 mesazos de vida, y no sé ni por dónde empezar a contar todo lo que ha cambiado estos dos últimos meses. Físicamente está estilizando y creciendo muchísimo, tanto que mucha gente me dice al verla que está dejando de ser tan bebé para comenzar a tener rasgos y cuerpo de niña (muero de pena). En la revisión de los 12 meses, la midieron y pesaron, y pesó la tía 10,500 kg y midió 75 cm de altura. Osea que sigue siendo un hermoso ejemplar de percentil 75, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta que si hay algo que le gusta en esta vida, a parte de lamer zapatos sucios y juguetes ajenos, es comer. Y come de todo, todo le gusta y no dice que no a probar cosas nuevas. Así que su alimentación ya es bastante completa y variada, aunque sigo dándole las cosas pasadas por puré -porque tenemos sólo 2 dientes y medio a estas alturas-, salvo trozos de pan (que le pierde), fruta o alimentos de los que nosotros estamos comiendo que le podamos dar a probar. También ha empezado ya con la leche de vaca entera, porque el pediatra dijo que estaba más que lista para probar a ver cómo la toleraba, y el caso es que le encanta.

En cuanto a los desplazamientos, ya camina sólo de una manita (la otra no te la da porque la quiere para agarrar-tirar cosas a su paso), y en estos últimos días ha comenzado a  soltarse y aguantar de pie solita, mientras se ríe y aplaude (que ella es muy de animarse a sí misma), e incluso a dar 2 ó 3 pasitos sin ayuda, así que ya estamos contando los días para echar a correr detrás de ella y terminar de malvivir del todo. Eso sí, a pesar de sus progresos en el noble arte de caminar, cuando quiere llegar a algún sitio como una moto y no tiene apoyo logístico, se lanza al suelo y gatea a la velocidad del rayo y sin mirar atrás, no vaya a ser que intentes detenerla.

En muchas cosas ya la noto más mayor: por un lado, en lo rápido que aprende ahora a utilizar cualquier cosa que antes no sabía, -ahora si le repites algo 2 ó 3 veces ya intenta hacerlo con bastante acierto-; y por otro, en la picardía que muestra en su trato con nosotros y con otras personas. Digo picardía, por no decir que es un poco "puñetera", que te ofrece cosas y cuando estás a punto de cogerlas, te las quita y se ríe -de ti, en tu cara- una y otra vez hasta que se cansa y cambia de juego. También le gusta esconderse y salir de su escondite a la pregunta de "¿dónde está Nerea?", y empieza a echarnos pulsos cuando sabe que hay algo que no le dejamos hacer, como salir sola a la terraza, trastear por la cocina cuando se está cocinando, o lamer suelas de zapatos. También está mostrando esa picardía cuando quiere algo y tiene muy ensayada su carita de "dame un gusanito o un peti": ladea la cabeza, sonríe y te dedica una caída de pestañas que ríete tú de Jessica Rabbit.

Además de eso, también ha progresado mucho con sus juguetes y ya utiliza perfectamente cosas que antes no sabía, como tocar las teclas del piano, mover piezas pequeñas y encajar juguetes pequeños en otros más grandes. De hecho tiene unos apilables en forma de cubiletes que comienza a poder meter unos en otros, y no sólo desparramarlos por el suelo. También le encanta meter y sacar cosas de cajas, bolsas, cubos, o cualquier cosa susceptible de contener algo dentro. Además, comienza a imitar muy bien nuestros movimientos e intenta reproducirlos a la hora de jugar, lo que le permite saber poco a poco cómo funciona cada juguete... y ¡cada aplicación del móvil! Ahora, harte de vernos hablar por teléfono, se lleva a la oreja cualquier cosa y habla sin parar, cómo si estuviera teniendo una conversación la mar de importante con alguien imaginario a través de su teléfono de juguete o de su llaverófono, zapatófono o lo que pille... así que, a veces, va así en su silla, como si estuviera como una regadera, la pobre...

Respecto al habla, también ha mejorado e incluido alguna palabra nueva en su vocabulario, aunque aún es pronto y su expresión verbal es muy pobre, -pero ni falta que le hace hablar para hacerse entender a base de berridos, gruñidos, señales con el dedo índice y diciendo que no con la cabeza-. Ahora dice, además de mamá, papá, caca y guau-guau, también agua y pan (vamos, que pide lo suyo).

Está haciéndose más sociable, sobre todo con la gente que ve que puede hacerle un poco de caso, sacarla de la silla o ponerse a jugar un rato con ella, y sobretodo con otros niños. Aunque, en otros momentos, se le nota que está acostumbrada a estar casi siempre sola con sus papis, y que no le gusta perdernos de vista. También ha aprendido a tirar besos, a hacer gestos con determinadas canciones (la vaca lechera, los cinco lobitos, la mano en la cabecita, palmas palmitas...), a decir que tiene un añito con el dedín, a levantar las manos en gesto de sorpresa, echarse las manos a la cabeza cuando algo se le cae, y a aplaudir cada vez que alguien dice bieeen, o le canta una canción. Para comerla.

Y hasta aquí por hoy. Seguid tan guap@s y ¡Hasta el próximo post!

Pd. Que hablando de próximos post... Sólo se le ocurre a una ponerse a preparar oposiciones en medio de esta vorágine maternal, para terminar de morir de agotamiento, así que sacar tiempo para el blog es todavía más complicado de lo que era. Aún así, se intentará publicar al menos un post a la semana. ¿Ponemos un día fijo a ver si lo cumplo? Venga va... Pues como hoy es miércoles, los miércoles mismamente. Si todo va bien, ¡el próximo miércoles tendréis noticias de la Cachorrina!


viernes, 8 de agosto de 2014

10 cosas sobre la Cachorrina (I)

(Contadas por ella misma)

UNO: No soy de dormir, soy más de comer y estar de juerga, diurna o nocturna, da igual, el caso es que puedo despertarme cada media hora si hace falta y que por poco que duerma, al día siguiente a las seis de la mañana tengo más energía que si me dieran para desayunar un biberón de Red Bull.

DOS: Me gusta chupar llaves -mejor las de casa que las del coche- y vaciar carteras de forma compulsiva. 

TRES: Si veo una revista de mamá, tengo que romperla dejando pedazos por toda la casa a modo de rastro de Pulgarcito. Ella trata de engañarme con panfletos cutres de propaganda del súper, pero, como ella, soy más del Vogue.

CUATRO: Soy muy desconfiada, mucho. Terriblemente. No me fío ni de mi padre, y nunca mejor dicho, porque cuando me ofrecen algo nuevo, lo miro y lo remiro y hago cien intentos de aproximaciones antes de cogerlo. Una vez cogido me vengo arriba y lo zarandeo, lo chupo, le grito y le doy golpes contra las paredes o el suelo haciendo que mis padres piensen que estoy enajenada mental perdida. 

CINCO: Mi juguete preferido es un libro con canciones infantiles que me regaló mi madrina. Nunca me canso de pasar páginas y escuchar las canciones que trae (El cocherito leré, donde están las llaves, Duérmete niño, Un elefante se balanceaba... las de toda la vida, vamos)... 



SEIS: Digo que no sistemáticamente a todo, aunque en realidad quiera decir que sí. Así mamá y papá tienen que andar averiguando cuando un no es un sí encubierto. 

SIETE: Ya viví mi primer amor de verano. Ayer mismo en la playa un niño un año mayor que yo, alto, guapo, rubio y esbelto, y yo sentimos un flechazo instantáneo: yo estaba en mi lancha dando lametones a mi cubo y mi pala con sabor a sal, y el paseaba por el agua con su abuela buscando peces de colores; nos miramos, nos sonreímos, nos saludamos, yo le dediqué mi mejor caída de pestañas y él me llamó guapa; yo le ofrecí mi regadera rosa y él me regaló una piedra que recogió en la orilla. Por desgracia nuestro amor es imposible y nuestras familias nos separaron sin piedad ni sensibilidad alguna. Su abuela se lo llevó a su urbanización, pero él, enloquecido por la emoción del momento, se escapaba y corría hacia mí, mientras yo agitaba las manos desde mi lancha sin querer apartar la vista de él. Finalmente se lo llevaron, pero aún pudo despedirse de mí desde el balcón de su piscina. No volví a verlo. Mamá dice que Romeo y yo parecíamos los amantes de Teruel, aunque no sé lo que significa.

OCHO: Mi papá es mi persona favorita del mundo mundial. Mi momento preferido del día es cuando le veo entrar por la puerta sonriendo y con los brazos en alto porque se alegra de verme. 



NUEVE: Me encanta el agua. Soy feliz en el mar, en la piscina o en la bañera de casa y podría estar chapoteando durante horas. Siempre remoloneo cuando quieren sacarme del agua hasta que estoy arrugada como si fuera octogenaria.

DIEZ: No me asustan los voladores. Estuve en la Descarga de Cangas del Narcea, y como soy medio Canguesina, como papá, no tuve ningún problema con el estruendo, aunque a veces pareciera que se iba a acabar el mundo.


:)