lunes, 20 de enero de 2014

La vitamina D

Cuando a la Cachorrina y a mí nos dieron el alta en el Hospital, el pediatra que le dio el visto bueno para irse a casa le recetó Vitamina D en gotas para tomar todos los días. Aunque me dijo que no era urgente, que un día que pasara por delante de una farmacia, la comprara y listo, lo cierto es que no me explicó ni por qué se la recetaba, ni si era absolutamente necesaria, ni si era cosa habitual recomendársela a todos los recién nacidos.


Yo sabía que la vitamina D es aquella que ayuda a fijar el calcio en los huesos y que la sintetizamos por nuestra piel en contacto con la luz solar -después descubrí que no todo depende del sol sino que también hay alimentos que contienen dicha vitamina, como el pescado o la yema de huevo-, pero no tenía ni idea de por qué se suponía que debía dársela a la peque.

Como el pediatra no me había explicado mucho (ni yo tuve la cabeza para preguntar, porque sólo quería coger a mi bebé y salir de allí huyendo después de lo que se me antojaron como mil años ingresada) decidí investigar por mi cuenta y descubrí que la vitamina D suele recetarse únicamente en regiones donde la exposición al sol de los lactantes es baja a causa del clima. Vamos, que en el norte de España nos la recetan, en el centro de la península sólo a los nacidos en los meses de invierno y a los del sur, directamente ni se la ofrecen. También leí que la lactancia materna ya aporta la vitamina aunque en dosis pequeñas, pero que con 5 minutos al día de exposición al sol del bebé ya estarían cubiertas sus necesidades.

En vista de que la nena nació en pleno mes de julio, con sol a raudales (sí, incluso en Asturias sale el sol, es así-n), que desde que salió del vientre de su madre estuvo echada a la calle como una sin hogar, mañana y tarde, y que el día que intenté darle las gotas me las escupió de mala manera, dejé la vitamina bastante aparcada hasta la llegada del mal tiempo, así que no empecé a dársela de verdad hasta la llegada del otoño y tras comentarlo con la enfermera de pediatría del centro de salud que me miró como si estuviera muy mal de lo mío, cuando le dije que como hacía bueno no se la daba. Una vez decidida a dársela puntualmente todos los días, no fuera a ser que la nena me saliera con raquitismo o avocada a una osteoporosis de caballo en su madurez, le pregunté a la pediatra que si debía dársela hasta que terminara el bote o mientras durara la lactancia exclusiva, a lo que me respondió (mirándome raro también) que hasta los 18 meses (18 meses!!! estamos locos??!! es que no le va a dar el sol nunca jamás de los jamases a esta niña??!!). A mí tanto tiempo me pareció una barbaridad, pero de momento voy dándole las gotas a la cachorrina.  

Debo decir que el prospecto dice que deben darse tres gotas diarias a los lactantes, y que el pediatra nos había recetado seis, pero supongo que es porque como escupe o se le cae la mitad, pues hay que darle seis para ver si por lo menos le llega al estómago una o dos. 

El sistema para suministrarlas es bastante sencillo porque simplemente con inclinar el bote ya van cayendo muy lentamente las gotas, perfectamente diferenciadas, así que se las dejó caer directamente en la boca cuando la abre emocionada para recibir su dosis. Porque esa es otra, mi intención -a pesar de la recomendación de dárselas hasta que se gradúe- es que deje de tomarlas en verano, pero no sé si será posible porque ahora  resulta que le encantan y en cuanto le enseño el botecito patalea, se ríe, abre la boca como una yonki de la vitamina D y me lo intenta quitar de las manos para rechupetearlo. Total, que igual no se la puedo quitar ni a los 18... años.

Y vosotr@s, ¿qué hacéis con la vitamina?, ¿os la recetaron?, ¿se la daréis tanto tiempo?

Hasta el próximo post :)

lunes, 13 de enero de 2014

5 mesinos de Cachorrina

Con el lío tremendo de la venida de SSMM los Reyes Magos, el estar fuera de casa, las revueltas familiares, los regalos, las compras, los viajes y el tratar de volver a la normalidad -cosa que algún día conseguiremos- y a casa no he tenido tiempo para escribir el post sobre los 5 meses de la Cachorrina, así que os cuento ahora, aunque ya tiene un par de semanas más!!! (A este paso pondré los post al trimestre... anda que...)

Lo cierto es que los principales cambios del cuarto al quinto mes los hemos notado en sus progresos psicomotrices, ya que la alimentación sigue siendo lactancia materna exclusiva a demanda, y en las noches la peque continúa, pues eso, demandando (me pedí dormir aunque fuera una noche del tirón a los Reyes, pero se ve que no estaban a lo que se celebraba en lo que a mis deseos respecta, pero sin queja, que lo compensaron con creces con monisiteces para mí y juegos a cascoporro para Nerea que ocupan todo el salón, pero eso merece otra entrada...).

En su quinto mes de vida, la peque cogió carrerilla en esto de espabilarse y empezó a tomar la iniciativa para agarrar todo lo que está a su alcance, y lo que no también, y llevárselo a la boca con avidez, como si le fuera la vida en ello. Además, se recrea en chuparse los pies, que han sido su gran descubrimiento y muere por comer algo que no sea teta, como muestra con sus gestos de masticar mirando embobada cuando los demás comen, tratando de enganchar alguna cuchara o tenedor al vuelo y poniendo ojitos a cualquiera que esté en la mesa, a ver si cuela y le deja caer algo... prubitina mía...

En el último mes, además, hace honor a su apodo de cachorrina porque le gusta jugar con cualquier muñeco que le acercas a la boca y atraparlo con fuerza con sus tiernas encías (si llega a tener dientes, no nos quedarían juguetes vivos) como si fuera un perrín que ha atrapado el calcetín de su dueño. También ha descubierto que uno de sus juegos preferidos es el de "cucú... ay!" (yo lo digo así, jaja, pero supongo que hay versiones para todos los gustos, porque el Cangués mismo, por llevar la contraria y no complicarse la vida, lo llama "Dónde está Nerea", y he visto en el blog de Mamá Periodista un post donde habla de este juego y lo llama Cucutrás), y que consiste básicamente en esconderse unos segundos detrás de cualquier cosa y aparecer de nuevo por sorpresa. La peque se muere de la risa y resulta que es un juego fundamental para su desarrollo porque con él, los peques aprenden que las cosas no dejan de existir porque ellos dejen de verlas, y que su mamá y su papá seguirán estando con ellos aunque no puedan verlos en algunos momentos.

También es capaz de estar sentada erguida y no tiene problemas para estar ratos largos jugando bocabajo tratando de alcanzar aquello que le llama la atención, osea, todo. Aunque  lo que más le gusta es su chupete, que ya se pone sola y sin ayuda, así tenga que estar media hora intentando hacerlo (que no se diga que no es constante -y/o cabezona-) o tenga que terminar, resignada, dejándolo del revés o haciéndose la muerta directamente, sobre su alfombra de Pocoyo, ya agotada por el esfuerzo

Por otro lado, con sus nuevas habilidades manuales, -ya agarra mejor y coordina ambos brazos bastante bien-, le ha dado por el reconocimiento facial de sus semejantes, o lo que es lo mismo, intenta rediseñar la cara de sus padres, tratando de arrancarnos la nariz o los labios con sus dedazos o de dejarnos la mejilla hecha un mapa con las uñinas (de depredador). Así que en cuanto la tienes en brazos o te acercas a ella, te echa las manos a la cara y a tocar, arañar, pellizcar o lo que se tercie, pero casi todo muy doloroso. De hecho, vengo comprobando que cuando hace caricias es porque ya no le quedan fuerzas y se está quedando dormida.

Y así, con las novedades y progresos de la nena, que cada día nos tienen más entretenidos a la par que agotados... pasamos un mes más con Nerea. :)